Los malos arbitrajes son los verdugos de muchos equipos del fútbol argentino, que nada pueden hacer para cambiar las decisiones del gran hermano, que en este caso bien podría llamarse árbitro.
Hoy lo padeció Atlanta, que en dos casos de acciones totalitarias e injustas, sin ningún tipo de consentimiento, de nadie más, que por supuesto, de Alejandro Castro, el Gran hermano.
El penal merecido en épocas de libertad, que nunca pudo ejecutar Abel Soriano refleja este acto de violación hacia todos los hinchas, identificados como plebeyos, que se merecían festejar. Ellos, atrás de un alambrado, vigilados por decenas de policías, que representan las pantallas que incesantemente controlan cualquier movimiento, palabra o sueño inadecuado de los mismos, sin dejarlos expresarse como quieran ante semejante sentencia dictada por el big brother.
Y minutos después, otro hecho inédito se estaba llevando a cabo en el estadio. Un tiro libre inventado, que fue otro acto que no dejó expresar a los protagonistas , sino que les impusieron la orden de ejecutarlo, por más que no haya sido y nunca sea real. Esta situación puede trasladarse al trabajo que lleva a cabo Winston Smith, el protagonista de 1984, quien se encarga sin cesar, de cambiar publicaciones realizadas por los diarios en otras épocas, o quizá más recientes, obligado a responder a un modelo y una bajada de línea del gran hermano.
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